sábado, 28 de julio de 2012

Misioneros de la diócesis juegan un papel importante en el conflicto minero de Perú



Julio está siendo un mes complicado en Perú, más concretamente en la región de Cajamarca, en la sierra norte de Perú, donde se encuentran varios misioneros de nuestra diócesis (José Ardila Codosero, Antonio Sáenz Blanco y Manuel Vélez Álvarez), debido al conflicto existente entre las autoridades gubernamentales y la población indígena y campesina por el interés de los primeros de poner en marcha un proyecto minero que, según la población de esa zona, supondría más pobreza y contaminación, pues este proyecto implicaría el secado de cuatro lagunas para facilitar la explotación de oro y cobre.
Los campesinos han salido a la calle, apoyados por la Iglesia, entre otros grupos, para protestar de manera pacífica contra dicho proyecto minero. Estas manifestaciones fueron reprimidas por la policía, ocasionando 5 muertos por impactos de bala.

Homilía de Antonio Sáenz
Según informa en su último número la revista Vida Nueva (Nº 2.810), el misionero de nuestra diócesis, Antonio Sáenz, que lleva 12 años en Perú, fue en encargado de presidir el funeral por estos cinco campesinos. En su homilía, Antonio Sáenz afirmó que “¡No hay derecho a esto!”. “Algunos, lo que desean es el oro y el cobre, y se les trata con reverencia. Al pueblo, que lo que busca es el agua, se le trata con represión (...) Siempre le toca la muerte a los más pobres, a los más indefensos”. A continuación, Antonio Sáenz pidió una solución dialogada a este conflicto.
El Gobierno peruano ha terminado aceptando la necesidad de diálogo con representantes de los campesinos y como mediadores se nombraron a representantes de la Iglesia, como el arzobispo de Trujillo, Héctor Miguel Cabrejos. Por su parte, Antonio Sáenz, en conversación con Vida Nueva, afirma que él también participará en la segunda reunión de esta mesa de entendimiento entre los campesinos y el gobierno. Reconoce que su misión es complicada: “Hay una gran desconfianza mutua, producto de muchos años de abusos por parte de la empresa minera y de falta de sensibilidad de los gobiernos para escuchar las reivindicaciones populares. El camino no va a ser fácil y menos aún breve”.

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