“ De la
misión a la Fe… y viceversa”. Éste ha sido el lema del décimo
Encuentro Misionero de Jóvenes convocado por el Consejo de Jóvenes de las Obras
Misionales Pontificias, al cual he tenido la gran suerte de poder participar….
¡gracias a las personas que habéis hecho posible que pudiera estar!….
Han sido días donde hemos tenido tiempo
para escuchar, para compartir, para ver, para recibir, para dar, hacer
silencio, orar, dialogar, aprender, dejarnos sorprender….., pero sobre todo…. días
de descubrir y darnos cuenta de que sólo una cosa nos unía a gente distinta de
diferentes lugares de España….. la fe y nuestra inquietud cristiana y
misionera, sin la cual no tendría sentido sin un nombre: Jesucristo. Un hombre
que nos da la vida y nos lleva a la vida, un regalo donde sólo cabe una
palabra: el amor. Y debemos dar ese amor que no podemos quedarnos para
nosotros, ya que la Fe se refuerza dándola.
Un amor universal cuyo nido está en cada
corazón humano, de ahí que tomemos conciencia de que ser misionero, allí donde
estemos, no es tarea fácil por una doble causa: porque seamos nosotros los que
no sepamos amar y porque no nos dejen entrar los demás en sus vidas, pero
también hay una doble posibilidad: estar siempre abiertos a una conversión
continua y a no dejar de amar, respetando siempre esos rechazos y esa poco
apertura que nos podremos encontrar. Sin esta doble dimensión es un poco
imposible, ya que nos encontramos en un mundo donde la diversidad de culturas,
razas, religiones y formas de pensar son una existencia y realidad vitales. De
ahí que al amor siempre le acompañe la cruz…., recordar: en la cruz nace la
vida….. Cuesta, es difícil, pero ahí debe estar nuestra esperanza. Nuestra
esperanza siempre confiada en que no estamos solos, en que Dios está con
nosotros y Él ayudará siempre.
Para vivir nuestra Fe así, es muy
importante darnos cuenta de la dimensión de tener un corazón “sano”, un corazón
donde las puertas del perdón, la misericordia, la acogida, el respeto y de un
continuo proceso de conversión….. estén siempre abiertas.
Desde esta actitud podremos “crecer” cada
día un poquito más y sería “muy bueno” para el camino de la vida, para el
camino del encuentro con el hermano, para el camino del respeto de los que no
nos aceptan y nos persiguen por la diversidad de caracteres, formas de pensar,
formas de entender y vivir la vida, por la diversidad de lenguas, culturas,
razas, religiones….. pero con esta actitud de la que hablamos y con la ayuda
del Señor, seguro que no nos resultará difícil. Confiar siempre en él, ponernos
en sus Manos, abandonarnos a Él y….. seguro que algo bueno saldrá siempre.
Hemos profundizado mucho y, creo que es
muy importante, en ese caminito de ida y vuelta del amor al perdón y del perdón
al amor. Es un caminito muy importante si queremos ser misioneros de verdad.
Escuché algo muy interesante y era que
Jesús no quería que el mundo se salvara por el camino de los milagros, sino por
el camino de la cruz y estoy convencida de ello. Pasar por la cruz, la persecución
y el sufrimiento para permanecer. La evangelización no es algo que nosotros nos
inventemos ni la cual se haga por nuestros propios méritos, ni por nuestros
talentos y fuerzas, sino que es una respuesta confiada y obediente a la llamada
de Dios.
Ponerse en manos del Señor, ponerse en
oración es muy importante ya que, para poder hablar de Dios, primero tenemos
que hablar con Dios. Muy importante también los Sacramentos y vivir plenamente
la Eucaristía.
Podría compartir con vosotros muchísimas
cosas más, todas muy enriquecedoras pero me faltarían líneas para expresarlo
todo. Ojalá que, a través de esta pequeña reseña, os haya podido transmitir un
poco lo que hemos podido vivir en esos “días pascuales”. Y no olvidemos el
recorrido: “de la misión a la Fe y de la Fe a la misión”, con la actitud de que
“hay más alegría en dar que en recibir” (Hch 20, 35), con el ánimo de
“Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de
cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa
será grande en el cielo” (Mt 5, 11-12) y con la confianza de que “sólo dios
Basta” (Santa Teresa), porque el más interesado en que el amor esté presente en
la vida es Él…… Que el Amor de Dios nunca nos aparte del amor a las personas y
viceversa…
Y FELIZ PASCUA DE
RESURRECCIÓN!
Mª Jesús Pérez Gañán
(Grupo Diocesano de Animadores Misioneros)
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